La estructuración de los saberes en el bachillerato tiene su origen en una visión decimonónica de la realidad. Esto quiere decir que tanto la forma como el contenido que los profesores enseñan a sus estudiantes han sido rebasadas por la realidad temporal actual. El saber en el siglo XIX está supeditado a la noción de industrialización y por lo tanto a la fragmentación. La cultura occidental, Europa, sus excolonias y colonias, viven inmersas en una dinámica espacio-temporal de colonización, migración, contaminación, ruptura de la tradición, etcétera. Todo lo anterior conlleva a la generación de pautas culturales dictadas por unos y seguidas por otros. Estas pautas culturales que bien podríamos nombrar como modernas tuvieron en el siglo XIX una función de cohesión internacional ya que los pueblos líderes (Inglaterra, Francia y Estados Unidos) marcaron rutas epistemológicas a los pueblos colonizados (entre ellos México). Es evidente que uno de esos caminos trazados es el del bachillerato que en México tiene su llegada en la segunda mitad del siglo XIX[1]. Si bien el bachillerato o preparatoria ha tenido variaciones desde su implementación hasta el presente, éstas han sido de orden meramente cuantitativo, es decir, se han integrado nuevas materias o se han suprimido otras, se han disminuido el número de horas o se han creado tutorías para atender rezagos académicos. No obstante en donde poco se le ha metido mano es en la cuestión epistemológica. Pareciera ser que aún hoy se sigue esperando al mismo estudiante de hace más de cien años. Y si bien los seres humanos sí son los mismos el contexto ha cambiado en demasía. Como exponíamos más arriba en el siglo XIX y en la primera parte del siglo XX el contexto tiene que ver con industrialización puesto que el mundo está padeciendo dicha etapa, no es casual que la obra cumbre del pensamiento filosófico sea el Capital de Carlos Marx puesto que allí se describe el funcionamiento de lo que parece ser, al menos para la época así lo fue, el hilo de Ariadna de la realidad. Si querías entender lo que era la sociedad, la economía y hasta el arte había que entender cómo eran los procesos industriales, es decir, la industria como metáfora de lo real. Sin embargo a fines del siglo XX el contexto cambió y la gran metáfora para entender la realidad fue sustituida por otra práctica, la comunicación, dicha práctica no surge como aislada del proceso industrializador sino que es producto de dicho proceso. El mundo actual está dominado por prácticas discursivas, la mayoría de las veces muy simples y absurdas, pero que tienen una gran influencia en las sociedades actuales. El sujeto contemporáneo está siendo acostumbrado, por los medios de comunicación, a la ilusión de poseer significados de la realidad. El problema es que la realidad que el medio le muestra es una invención de los medios o una realidad parcial. Los medios fabrican ilusiones de sentido que el individuo, aun el que goza de cierta información crítica que podría contrastar con la información vertida por los medios, toma o desecha. No obstante en este tomar o desechar se confronta con lo mero principal del contexto actual: el sentido. La información se toma si tiene sentido para el receptor y se desecha si no lo tiene. Siempre queda como eje rector el sentido. Si lo que escribo tiene sentido para alguien ese alguien lo tomará en cuenta, si no lo tiene el escrito correrá el riesgo de terminar en el bote de basura. Pareciera ser que en el mundo actual el individuo se mueve por una lógica de sentido. Lo que tiene sentido es lo que me es significativo, es decir, aquello que entiendo ya sea más o menos. Cuando es más lo que entiendo no hay problema y que generalmente tiende a ser lo que me muestran los medios de comunicación como la televisión. El problema surge cuando lo que entiendo es lo menos y creo que esto lo podemos ver en otros contextos que no son de comunicación masiva. En estos otros contextos de especialización como la escuela, la política, el arte, etcétera, se genera un problema con el sentido ya que los significados casi siempre se encuentran en manos de unos cuantos y a veces esos pocos no quieren que los demás compartan dichos significados haciendo con esto muy difícil el acceso a tal o cual disciplina. Creemos que uno de los principales problemas que tiene el impartir conocimientos en el mundo actual radica en la manera en que se posibilita el sentido a la práctica del aprendizaje. Hoy vivimos en un mundo en donde el sentido está tan explotado por los medios masivos de comunicación que cuando accedemos a instituciones educativas que por su configuración burocrática siguen estructuradas en parcelas de conocimiento generan en los estudiantes más una frustración que una adaptación al sistema escolar. A nuestro parecer uno de los grandes problemas en las escuelas, no sólo de México sino de otros países, es la imposibilidad de entender que hoy vivimos en una cultura que privilegia al espectáculo. Si el espectáculo es privilegiado en el mundo actual sobre otras formas de comunicación depende básicamente a que sus productores se han empeñado en refinar cada vez más dicho producto a tal grado de ofrecerlo como un elemento que otorga un sentido al hombre actual. Es evidente que la dotación de sentido que generan los medios de comunicación es detestable para los miembros de una cultura letrada, no obstante, lo que sí hay que reconocer es la manera tan efectiva que han tenido para lograrlo. A nuestro parecer todo radica en el sentido. La televisión ofrece un sentido a quienes la ven puesto que todo mundo siempre sabe de que se está hablando. Nosotros sin dejar de ser académicos bien podríamos retomar el mismo mecanismo y ofrecer un sentido a todo aquello que exponemos en la escuela. Dotar de sentido a nuestras disciplinas a partir de generar una real interrelación, a la manera de Edgar Morin y su idea de complejidad, entre las distintas materias ofrecidas en la preparatoria ya que al fin y al cabo todas tiene que ver con lo mismo: lo humano y la relación de éste con el mundo. Nada está aislado de lo demás, el todo siempre está en perpetua relación. Lo que ve y piensa el matemático es lo mismo que ve y piensa el filósofo, el artista plástico o el historiador. No obstante nos hemos acostumbrado a verlo todo separado y por lo tanto nos hemos ido con la finta de que así es la realidad. Dicha visión del mundo no ha metido en muy serios problemas. El primero de estos problemas es la deserción escolar y le sigue la baja responsabilidad del estudiante a un sistema que no entiende puesto que no le otorga un significado concreto a su nuevo actuar epistemológico. Partir el conocimiento y por ende la noción de realidad y generar la especialización es inviable hoy en día para la mayoría de la gente. Los imaginarios actuales, posibilitados por la práctica comunicativa casi delirante que han engendrado los medios como el cine, radio, televisión y últimamente el internet, le han posibilitado a su público, que serán nuestros estudiantes, elementos cognitivos que no encuentran a nivel académico. La academia opera con otros elementos cognitivos como la lectura, la discusión, la competencia. Mientras que los mass media operan primeramente con lo sensible para llegar al sentido y después a la práctica. El problema no es ver si la operación mediática está bien o mal, la cuestión principal estriba para nosotros en cómo apropiarnos de dicho modelo que han generado los media y utilizarlo para atraer a nuestros estudiantes al complejo mundo de lo académico y posibilitar sujetos educados que no caigan en las ridiculeces de sentido que les imponen los medios masivos, es decir, que generen lo que tanto anhelamos como profesores: personas con un pensamiento crítico, científico y humano para que sean participativos de manera constructiva en su sociedad.
En los ya varios años de experiencia docente que hemos adquirido en el bachillerato nos hemos dado cuenta que el modelo que generó el gobierno del D.F. en cuanto a educación media superior y superior, si bien no es perfecto si brinda al estudiantado la posibilidad de generar conocimientos superiores a partir de una modificación en la práctica educativa. Dicha práctica educativa se ha visto transformada por la adaptación e inclusión de los diferentes puntos de vista que no han estado muy presentes en otros modelos educativos. El ejemplo principal podría ser el de la tutoría, así como el de la focalización del modelo a grupos sociales que han estado en desventaja económica y cultural. También el hecho de contar con plantas de maestros especializados en las disciplinas que imparten ha traído como consecuencia una profesionalización en la impartición de las currículas que ha beneficiado al modelo desde el punto de vista académico. Otro factor importante sería el concerniente a los sueldos para los profesores y las becas para los estudiantes, que si bien son factores económicos, influyen directamente en la práctica educativa. Los factores antes citados sin duda alguna han consolidado parte de la práctica académica en el bachillerato, no obstante las metas de egreso siguen sin cumplirse. La pregunta obligada sería ¿por qué un modelo educativo que muestra una alta sensibilidad hacia los grupos que tradicionalmente han sido marginados (jóvenes, obreros, madres solteras, campesinos, etc.) no puede llegar a obtener una eficiencia terminal de más del ochenta por ciento? Una de las respuestas que hemos ido encontrando es una que estaría relacionada con lo expuesto anteriormente y que tiene que ver con la noción del significado pero que en nuestro presente se convierte ya en un horizonte epistemológico. Dicho de manera directa: en los sistemas educativos falta sentido. Es decir, al estudiante no se le está generando un sentido para que entienda lo que está generando al ir a la escuela. Lo que está aprendiendo lo está haciendo de manera desordenada y esto le acarrea la confusión. El conocimiento que brinda el bachillerato no es cualquier cosa, de hecho, es casi todo el conocimiento que a la humanidad le ha costado más de cinco mil años construir y nosotros lo tenemos que posibilitar a jóvenes que además de ser adolescentes están inmersos en una sociedad en crisis que la mayoría de las veces lo único que les ha brindado son instituciones sumidas en problemas de legitimidad por la gran corrupción que las devora continuamente ( la Iglesia, la familia, la escuela, los medios de comunicación, el poder político). Para nosotros es evidente que la gran corrupción está siendo sostenida por intereses muy poderosos y dichos intereses están utilizando a los medios de comunicación como el caballito de batalla para mantener equivocada a la sociedad (bastaría recordar la un unión facciosa que se dio recientemente entre medios de comunicación, poder político y empresarios) para entender que sin la televisión no se hubiera podido imponer al candidato del partido acción nacional. El poder de los medios es enorme, tan enorme que es casi inalcanzable, sin embargo, consideramos que en el casi podría estar la única salida o más bien la única trinchera para limitar dicho poder. Si bien la televisión es muy poderosa no lo es únicamente por la tecnología que utiliza para llegar a todo mundo ya que siempre hay programas que gustan y otros que no. Nosotros no consideramos que el medio sea el mensaje, sino que el mensaje es lo que se dice y cómo se dice y la manera en que se ponga al alcance del receptor si bien sí influye no determina su aceptación. Creemos que el poder mediático se posibilita por el uso continuo de la seducción, la escuela si quiere recuperar el margen de persuasión social que ha tenido tendrá que forzosamente cambiar de un modelo que privilegiaba un conocimiento de tipo hermético a un conocimiento abierto en el cual la gran mayoría de personas puedan participar en la construcción del mismo. Este conocimiento abierto tendrá que ver tanto al estudiante como al profesor como seres humanos insertos en una acción meramente comunicativa que les permite relacionarse con el mundo y entenderlo a niveles cada vez más complejos. La importancia de la comunicación como una herramienta para entender las prácticas sociales y, por lo tanto para incidir en su perfeccionamiento, surge a mediados del siglo XX ya que en ese momento el mundo comenzará a insertarse en dinámicas comunicativas cada vez más amplias, las dinámicas comunicativas se pueden entender como redes de sentido o significación que siempre habían estado presentes en las dinámicas humanas, no obstante lo que surge a mediados del siglo pasado tendrá que ver con la complejización del modelo humano y su posterior tecnificación con las las redes electrónicas, satelitales y posteriormente digitales. La imagen del mundo cambia porque los sujetos construyen nuevas tecnologías con las cuales se relacionan mutuamente, el contexto actual demanda una praxis comunicativa en todo, la escuela no puede estar ajena, es necesario incluirla a la cultura mediática actual.
A partir de la preocupación central de cómo hacerle para generar una educación que atraiga al estudiante y le brinde la posibilidad de construir un sentido vital desde la escuela, hemos realizado o más bien empezado a esbozar un planteamiento que forzosamente tendrá que ser apuntalado por todo un equipo de profesores de las diversas disciplinas para llevarlo a buen puerto. El modelo que proponemos surge de las propuestas metodológicas de Edgar Morin expuestas en sus textos Introducción al pensamiento complejo y Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. La noción central de la complejidad radica en hacer consciente al observador de su función de observador. Es decir que entienda que el mundo sólo es mundo humano en la medida en que es parte de un sistema construido por nosotros, es decir, lo entendemos porque lo observamos y damos veredictos o creamos enunciados de ese mundo, esa acción de observar nunca es abstracta sino que siempre está determinada por una serie de condicionantes bio-sociales que la conforman, si el estudiante del siglo XXI no es consciente de que el conocimiento surge de la observación humana se le estará confundiendo ya que se le mostrará la realidad bio-social como una esencia casi dogmática a la cual tendrá que cuadrarse para poder entenderla. Esta capacidad de observar observaciones tiene que ver con un cambio epistemológico en nuestra cultura, debemos entender que la ciencia ya no se mueve en el terreno de la certidumbre, la ciencia hoy “ya no goza del prestigio indiscutido que ha tenido durante dos siglos como la forma más segura de la verdad, que para muchos constituía la única forma segura de la verdad. Nos habíamos acostumbrado a pensar que porque la teología, la filosofía y la sabiduría popular ofrecían verdades discutibles, solamente la ciencia podría ofrecer certezas (...) Para muchos el rótulo de <
Actualmente en los sistemas educativos del bachillerato se vive una mutilación del conocimiento. Se sigue sin entender que lo real es siempre lo mismo para el físico que para el historiador, para el químico que para el artista. Todos vivimos en el mismo mundo real, sin embargo todos nos dedicamos a fraccionarlo y aislarlo de todo lo demás. Es evidente que esta practica reduccionista de lo real se ve motivada por una serie de elementos epistemológicos que se han venido construyendo al menos en los últimos doscientos años. Morin nos invita a reflexionar en los daños que dicha noción parcelaria de la realidad ha creado, bastaría ver la historia del siglo veinte para entender los grandes desastres en que la humanidad se ha visto envuelta y posteriormente comprender el daño que nos hemos causado con las visiones mutilantes de la realidad, nos hemos mutilado. La complejidad propone entender la realidad como un todo que no puede ser mutilado más que como mera fantasía pero que el observador se haga consciente de la fantasía que está elaborando cuando reduce la realidad a partir de su disciplina. Esto tiene que ver con la lógica del sentido, puesto que el observador se entiende a sí mismo como inserto en un sistema de redes de significado y sabe que su observación está históricamente determinada por un horizonte cultural que posibilita tal o cual observación[4]. Morin lo define de la siguiente manera:
“a primera vista la complejidad es un tejido (complexus: lo que está tejido en conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple. Al mirar con más atención, la complejidad es, efectivamente, el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico. Así es que la complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del desorden, de la ambigüedad, la incertidumbre... De allí la necesidad, para el conocimiento, de poner orden en los fenómenos rechazando el desorden, de descartar lo incierto, es decir, de seleccionar los elementos de orden y de certidumbre, de quitar ambigüedad, clarificar, distinguir, jerarquizar... Pero tales operaciones, necesarias para la inteligibilidad, corren el riesgo de producir ceguera si eliminan a los otros caracteres de lo complejo; y efectivamente, como ya lo he indicado, nos ha vuelto ciegos”[5]
Desde nuestra particular lectura de Morin la complejidad radica en encontrar las tramas de significación de los hechos físicos o sociales e interconectarlos entre ellos para llegar a un entendimiento dialógico de la realidad. Así el matemático no trabajaría sólo con números, sino con herramientas que posibilitan el entendimiento de los fenómenos naturales y sociales (física, química, biología, estadística). El científico no sólo se interesará por los acontecimientos aislados en el laboratorio ya que él también es humano y su mirada se encuentra posibilitada por un tiempo y un espacio hístóricos específicos. Los humanistas (filósofos e historiadores) bien podrían encargarse de brindar significados al uso de la ciencia y mostrar modelos antiguos, en el caso de los historiadores, para entender cómo lo científico ha sido siempre una constante en el pensamiento racional occidental. Las artes, el mundo de lo sensible, metaforizan la realidad en formas, colores o palabras para mostrarnos lo mismo que el científico pero con la diferencia de que con los artistas lo sentimos. La realidad está interconectada, como profesores tenemos que entender que todos vemos al mismo mundo, que el conocimiento artístico puede llevarnos al conocimiento matemático y de vuelta. Entender a la educación desde la lógica de la complejidad nos permitirá tender puentes de diálogo entre distintas especializaciones y construir un sentido al conocimiento.
En el cuadro siguiente generamos una división de materias en cuatro áreas: la abstracción, la ciencia, el sentido y lo sensible. Consideramos que estas cuatro áreas son las que se manejan en el bachillerato, de izquierda a derecha podrían ir de lo abstracto a lo general. Para poder acercarnos a la complejidad tendríamos que comenzar a generar enlaces de significado entre, por ejemplo la matemática y la poesía. Pasando por la física y la filosofía. Consideramos que la gran mayoría bien puede comenzar a partir de lo sensible (poesía), después podría generar un sentido de lo percibido sensorialmente, es decir comprenderlo y explicarlo a partir de la filosofía, para después analizarlo con herramientas que brinda el pensamiento científico en este caso lo física, y por último cuantificarlo o matematizarlo con el conocimiento que ofrece la matemática. Así podría ser para todo el bachillerato, evidentemente la tarea es ardua pero con un equipo multidisciplinario se podría realizar, sólo bastaría con que hubiera un poco de disposición para generar un nuevo sistema epistemológico que podría muy bien situar tanto a estudiantes y profesores en la lógica de la complejidad.
El hilo conductor de nuestra propuesta será el pensamiento matemático ya que dicha materia acompaña casi a todos los semestres de la preparatoria, pasemos ahora a un ejemplo de cómo se podría llega a una lógica de la complejidad en el bachillerato. El objetivo a trabajar dentro del área de la matemática sería el primero del quinto semestre: en el cual el estudiante reconocerá el concepto de límite para definir los conceptos de continuidad, derivada e integral y su relación entre ellos (Teorema Fundamental del Cálculo). La manera como está expuesto el objetivo es tan limitante para el sentido común del estudiante y para su comprensión del mundo que bien puede generar un rechazo al conocimiento matemático que aquí se enuncia. No obstante, en pláticas tenidas con un maestro de matemáticas nos dimos cuenta de que la abstracción de dicho objetivo matemático bien puede ser trabajada desde el área científica, específicamente la biología, a partir del uso del cálculo integral en epidemiología, ya que según informaron los biólogos ellos utilizan dicha herramienta para entender cómo se propaga el bicho de una peste entre las poblaciones humanas. A partir de esto, las disciplinas que trabajan el sentido, específicamente la historia, presentó como propuesta el hecho histórico del siglo XVI en la Nueva España de la peste de la viruela entre los indígenas americanos quienes por estar carentes de defensas para dicha enfermedad sucumbieron mortalmente ante la exposición del virus. Los músicos bien podrían exponer, a partir del uso del arte, la música barroca que se generó a partir del contexto histórico observado. Bien podríamos comenzar todo el proceso de entendimiento a partir de lo sensible, poner a escuchar a los estudiantes música barroca novohipana, para una vez que lo hayan sentido pasar al otro ámbito de la experiencia, el del sentido (historia) y así los estudiantes puedan entender o dar significado a lo que escucharon. Después vendría el pensamiento científico (biología) para que los estudiantes comprendan cómo se da la enfermedad entre los seres vivos tanto en el pasado como en el presente, para culminar con el uso del cálculo integral y que puedan llevar al reino del número y de la abstracción a partir de hacer cálculos con gráficas y sacar las áreas bajo la curva, todo el acontecimiento que sin duda alguna se habrá convertido en muy significativo y por lo tanto lo habrá entendido de manera compleja puesto que habrá de construirle un sentido vital a lo que vio en todas las materias.
[1]Para nuestra propuesta tomamos la fecha de 1867 que propone Miguel Romero Griego en su artículo Retos y perspectivas del bachillerato mexicano en donde plantea que “resulta evidente e indiscutible la importancia que el bachillerato tiene dentro del Sistema Educativo Mexicano a partir de 1867 con la fundación de la Escuela Preparatoria, ahora Escuela Nacional Preparatoria. Antes de ese momento histórico los estudios de este nivel educativo ya eran relevantes; sin embargo, consideramos esa fecha como punto de partida por su carácter positivista, base del proyecto planteado por Gabino Barreda, y porque desde entonces se identifica con toda claridad la conformación de un proyecto educativo nacional, con todas las implicaciones filosóficas y sociológicas que esa perspectiva conlleva”. (Romero, 2006, p. 5)
[2] Wallerstein, 2004, p. 15
[3]Morin, 2003, p. 27
[4]Para entender un poco más de cómo el pensamiento está determinado por el contexto histórico recomendamos al lector el texto de Hans Georg Gadamer. Verdad y método, Sígueme, Salmanca, 1997.
[5]Morin, Op. Cit., p: 32
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