Autores:
Profa. Rita Alejandra Chio Bazany
Prof. Claudia Tonantzin Larrainzar Pérez
Prof. Alberto Aarón Martínez Martínez
Profr. Ruben Regino Benavides Acosta
Prof. Jorge Rolando Zapeda Juárez
Introducción
En el Plantel Emiliano Zapata un grupo de profesores nos hemos dado a la tarea de reflexionar sobre los diversos rubros del ámbito educativo, apoyados en lecturas, de la “Colección Galatea (UACM)”, de diversos autores y artículos educativos vertimos aquí algunas impresiones dentro de nuestro quehacer educativo.
Son pequeños atisbos de un esfuerzo que se debe prolongar en nuestra labor dentro de las aulas y fuera de éstas.
Junto con éste esfuerzo proponemos realizar un encuentro institucional en el que se aborden los aspectos positivos y negativos en forma de recuento de lo hecho hasta ahora dentro del sistema de bachillerato. Es importante escucharnos en formatos que no inhiban la participación genuina de los docentes. Estos encuentros pueden dejar testimonio de los esfuerzos por consolidar de forma crítica y constructiva al Instituto de Educación Media Superior, IEMS.
Por otro lado, proponemos la recolección sistematizada de material que no se publica y que es original de los profesores. La idea en crear una memoria de estrategias que funcionaron y que no lo hicieron con el fin de dejar constancia a aquello docentes que recién se incorporan al Sistema.
Ya que el IEMS es un Sistema nuevo siempre cambiante en su planta docente y en función de la incorporación constante de nuevos docentes.
Pensamos que este es el inicio de la creación de nuevos tipos de investigación docente.
Atte. GRUPOS CUELLOS DE BOTELLA Y PROGRAMA GALATEA.
Junio, 2007
OBJETIVO
Invitar a los docentes del IEMS a reflexionar sobre su labor en las aulas, en torno a mesas de discusión tomando como punto de referencia y análisis las lecturas propuesta por el Proyecto Galatea de la UACM.
DESARROLLO
A partir de las lecturas realizadas en las mesas de trabajo propuestas por el proyecto Galatea los profesores ya nombrados generaron unas serie de reflexiones que se vierten en los siguientes escritos y que nos brindan la experiencia de seguir profundizando en la labor académica con el resto de nuestros compañeros en los 17 planteles del IEMS.
Proponemos mesas de trabajo y reflexión en donde más y mejores reflexiones enriquezcan nuestro trabajo cotidiano y además podamos identificar en este trabajo una forma concreta de actualización docente, satisfaciendo así la reiterada demanda académica que busca el ser escuchados y obtener respuestas a sus inquietudes.
Creemos que es de gran importancia que sean los mismos profesores del IEMS los que moderen estas mesas de trabaja ya que ellos entienden y conocen las problemáticas particulares del Sistema.
Agradecemos a las autoridades de la UACM y del IEMS por las facilidades otorgadas para que este proyecto se lleve cabo en particular al Maestro Juventino Rodriguez Ramos (Director General del IEMS) , a la Maestra Miriam Sánchez Hernández (Coordinadora del Proyecto Galatea) y al Licenciado Arturo Vega Hernández (Director Académico del IEMS).
Experiencia y reprobación
por Rita Alejandra Chio Bazany
Quisiera hacer un comentario respecto a un par de preguntas planteadas en el artículo sobre la reprobación escolar, que viene incluido en el número de mayo de la revista Educación 2001. En términos generales, la pregunta sería: ¿por qué o para qué reprobar? Este cuestionamiento viene de una larga discusión que se remonta a los últimos años de la década de los 60, y que en últimas fechas, distintos institutos e investigadores del país se han dedicado a tratar de responder, tanto para evitar la deserción escolar, como para mejorar los niveles educativos en México. Según este artículo, no es suficiente reducir la reprobación en las escuelas, es necesario una propuesta para resolver los problemas en los procesos de aprendizaje. Parafraseando al director general del Instituto para la Evaluación de la Educación (INEE), es necesario hacer una propuesta integral que evite retener a los estudiantes más del tiempo oficial en la escuela, una propuesta integral que evite el remedio de la reprobación como estrategia para hacer que el estudiante a fuerzas aprenda lo que los contenidos y el profesor deciden que debe saber.
Cuando ingresamos al modelo IEMS, muchos profesores creímos que se trataba de una propuesta educativa integral. 'Nuestro modelo está basado en el constructivismo y la interdisciplina es el pan de cada plantel', se nos dijo, casi con el tono del canto de las sirenas, y para rematar: 'su tarea, profesora, será formar seres críticos, con espíritu científico'. Vale, pero, ¿y a mí, quién me hace crítico y con espíritu científico?, ¿qué es eso del constructivismo?, ¿cómo se hornea la interdisciplina? Bueno, nada que yo no pueda investigar (eso es el espíritu científico, ¿o no?), para algo fui a la universidad, ah, parecen tan lejanos aquellos tiempos... En teoría, la propuesta educativa del IEMS parecería una posible solución al tema de la reprobación, pues plantea un tipo de atención personalizada, basada en asesorías y tutorías, además de los módulos de recuperación y los periodos intersemestrales, eso sin mencionar que, bajo un modelo constructivista, son los estudiantes quienes construyen su conocimiento, de verdad que no hay por qué reprobar, es más, en nuestro modelo no debería existir la figura del reprobado.
Sin embargo, se mueven entre los pasillos figuras cabisbajas y desanimadas porque van a tener que recursar esta o aquella materia. Quiero aprovechar la discusión sobre el egreso, tema que actualmente preocupa tanto a nuestras autoridades y colegas. Para Felipe Martínes Rizo, director del INEE, “a mayor reprobación, más deserción”. Si realmente nos interesa el egreso, es necesario que al interior del IEMS y particularmente al interior de los planteles se ponga sobre la mesa de discusión el tema de la reprobación. La pregunta en este sentido no es ¿repruebo o no repruebo? (en nuestro contexto sería ¿cubre o no cubre?), sino ¿qué tipo de experiencia educativa tendrá el estudiante al recursar mi materia?
Me parece pertinente traer a discusión la teoría educativa de Jonh Dewey. Este filósofo plantea la necesidad de una conexión orgánica entre la educación y la experiencia personal. “Una experiencia es antieducativa cuando tiene por efecto detener o perturbar el desarrollo de ulteriores experiencias”. En términos generales, los profesores debemos procurar que las experiencias educativas de los estudiantes tengan continuidad con sus experiencias de vida. “El principio de continuidad de la experiencia significa que toda experiencia recoge algo de la que ha pasado antes y modifica en algún modo la cualidad de la que viene después”. Como profesores es importante cuestionarnos qué tipo de experiencia estamos generando en nuestros estudiantes, cómo pueden ellos incorporar a su vida la experiencia de recursar, cómo incorporar a sus vidas la experiencia de ser rechazados o denigrados por aquellos que muchas veces representan un ejemplo: los profes.
Texto continuado por Rubén Regino Benavides Acosta
Al leer el texto sobre la reprobación escolar y la cuestión que expones de Dewey me parece pertinente plantear que cada curso es una experiencia de vida que por sí misma es totalmente válida para cada actor social, entiéndase el estudiante y que cada uno de éstos logrará construir una serie de pensamientos, ideas, conceptos, prácticas y conocimientos por el hecho de estar presente y participar activamente en la construcción de conocimientos. Es decir, el estudiante siempre es un ser activo que construye una serie de discursos que son complicadísimos de medir y examinar y que la mayoría de las veces que se trata de hacer este ejercicio por parte del profesor lo único que logra es olvidar que él mismo ayudó a construir una complejidad epistemológica que después no puede asir de manera objetiva. El problema principal de dicha medición, como por ejemplo exámenes de diez preguntas o de cien, es que fuerzan al estudiante y al profesor a que conviertan en monotemático algo que en clase se desbordó y tomó características de complejo. Para mí es bien evidente que los estudiantes por el solo hecho de estar escuchando a un maestro están tejiendo una infinidad de redes cerebrales que se transforman en conocimiento. El problema, vuelvo a repetirlo, es que la educación se ha ido por la cuestión bancaria de que tenemos que “demostrar el conocimiento” y se tiene que demostrar con un papel (como el recibo que me da el banco para demostrar que pagué mis impuestos), esta práctica, al menos en la educación, conlleva a que deshaga todo aquello que había hecho en el otro. Si estuviéramos en una educación más humana tendríamos que confiar plenamente en los procesos que son inherentes a nuestra especie. Y un proceso que estoy seguro que todos tenemos es el de que nos gusta aprender y que una forma de hacerlo es cuando alguien nos expone algo. Por lo tanto, si quitáramos la reprobación y diéramos al estudiante el beneficio de creer en él veríamos como el conocimiento es una cuestión procesual y no una adición.
A estas alturas del partido en donde somos conscientes de que el mundo de hoy necesita gente que tenga habilidades, competencias y actitudes desarrolladas no podemos seguir apostándole por un cerebro recipiente o por un individuo obediente sino por un cerebro creativo y un individuo pensante o libre, por lo tanto la tiranía de la reprobación debe de desaparecer, cada estudiante debe de crecer a partir de sí mismo, cada estudiante debe de ser él mismo y no una mala copia de un mal modelo. Tenemos que entender que la reprobación se da cuando el maestro considera que el la copia del molde no está bien realizada y por lo tanto manda al estudiante a que haga bien la copia. Y de aquí a que haya creación de pensamiento o libertad pues estamos muy lejos.
Ahora se nos hace evidente que la inteligencia no es una esencia sino una relación que el sujeto establece consigo mismo. No obstante, esta forma de pensamiento al ser bastante nueva viene a contradecir los supuestos desde los cuales parte la cultura mexicana y que son en su mayoría esencialistas puesto que la noción de nación y religión siguen muy vigentes. Un pensamiento constructivista tendría como presupuesto inicial que el sujeto no es una esencia sino una construcción posibilitada por lo natural y lo social. Y junto con el sujeto vendrían a estar todas la prácticas que son realizadas por los hombres, entre ellas la inteligencia. La inteligencia no consiste, desde este punto de vista, en una esencia sino en una relación con el medio ambiente y con un contexto específico. La escuela tendría que saber detonar la inteligencia en los estudiantes y no estar esperando que lleguen estudiantes inteligentes puesto que estos no existen más que en las fantasías de los docentes. La inteligencia se construye a partir de la interacción cotidiana con el mundo y no a partir de colgar etiquetas, es por eso necesario abandonar el realismo ingenuo que sostiene que hay estudiantes que sí les gusta trabajar y otros que no les gusta, que hay estudiantes que sí son inteligentes y otros que no lo son. Todas estas afirmaciones surgen del esencialismo. Y para mí el concepto de reprobación tiene una lógica esencialista.
Texto continuado por Alberto Aarón Martínez Martínez
Por supuesto la actitud asumida por los actores participantes en las instituciones educativas no escapa a compromisos fundados en códigos de poder y de estatus.
La capacidad de un docente puede verse sometida al escrutinio de ángulo estadístico ya sea por ser reprobador o por un docente “barco”. Ojalá y esta analogía nos ayudará a enfatizar el aspecto lúdico y creativo de los escenarios educativos actuales. No, la verdad es que es común escuchar todo tipo de excusas y justificaciones que sirven de telón al actuar cuando asignamos una evaluación o calificación.
Tal pareciera que en el momento en que nos investimos de docentes también adquirimos una autoridad capaz de entretejer una compleja telaraña de aspectos conceptuales que avalan nuestra decisión de castigar a nuestra victima; un estudiante.
Pero: ¿Qué es lo que veo en los chicos?
¿Que me hace asumir una posición capaz de ver quienes son buenos y quienes malos?
¿Cómo era yo cuando era joven?
¿Realmente era así o así me percibo ahora después de convertirme de “incendiario” a humilde “bombero”?
¿Por qué será que los estudiante no creen en nadie de más de 30 años?
Sin lugar a dudas la educación se puede volver el potencial punto de reunión de las capacidades diferenciadas de un puñado de estudiantes vivos o puede ser la palestra infinita y aberrante de los mismos “burros huevones” de siempre.
Las estadísticas cumplen una función informativa que va olvidando los rasgos inequívocos de todas las vivencias que en el tránsito de nuestras vidas han suscitado nuestras tentativa de coexistir dentro de la educación.
En mi experiencia personal me ocupan las formas en las que dentro de mis posibilidades pueda poner en la balanza a través de mi experiencia personal dentro de las escuelas de la UNAM (bachillerato y licenciatura] y lo que he pretendido hacer en el modelo en el que hoy todavía trabajo.
Si bien me han marcado las experiencias negativas de profesores que odiaban su propio trabajo y permanecían completamente ajenos a los movimientos propios de nuestra juventud, también experimenté las más grandes enseñanzas al margen de las diligencias institucionales.
Mi más grande experiencia fue poner en práctica mi propia creatividad dentro de prácticas que me abrieron mis ojos y mi corazón a los sentimientos expresados.
Yo no aprendí a dibujar de niño... lo que aprendí a hacer, porque me estimularon a hacerlo fue a escribir, siempre me ha gustado la creación literaria y desde mi óptica personal mi más grato recuerdo de mis tardes juveniles fueron cuando enseñaba mis cuentos y poemas a la maestra Graciela Suárez Noyola – recuerdo muy claro su nombre, ella fue la primera que me hizo entender lo que era la creación, porque principalmente no me impedía expresarme y me estimulaba a seguir... creo que nunca me realizó ningún examen sobre creación literaria, mis entrevistas con ella eran fuera de clase, por desgracia creo que reprobé 3 o 4 veces literatura.
Y los 5, 4 o 3 de calificación dentro de esta asignatura nunca me han impedido seguir escribiendo poesía o cuento, además creo que no tengo tan mala ortografía.
Mi segunda más grata experiencia fue cuando estuve asistiendo por 4 años a la estudiantina de la preparatoria, ahí aprendí a tocar la guitarra, la batería y a cantar, sin embargo también aprendí a tomar y a fumar... y desde luego, a vivir a lo largo y ancho de la desenfrenada y desvergonzada osadía de echar la hueva de estudiante.
Mi maestro Salvador Plascencia Nájera también es escritor y a él le debo lo que aprendí de humor -negro y no tanto- lo que es la metáfora, aunque nunca leyó mis cuentos, lo que era la música española, rusa y demás cosas... el me enseño lo que significaba el concepto de la DIFERENCIA.
Nunca hice un examen para ver si cantaba bien o tocaba bien, la vivencia primordial en la preparatoria era no preguntar que ocurría; solo transcurrir y existir con miedo, al margen de las horrorosas asignaturas como matemáticas, biología o química.
Mis maestros, de los que verdaderamente aprendí debieron haber hecho muy bien su trabajo porque al paso de los años he visto que puedo vivir muy bien sin fórmulas, compuestos y mezclas de laboratorio que no he utilizado para nada.
Nadie me ha examinado sobre ello, pero estoy resignado pensar que si hiciera hoy esos exámenes seguramente los reprobaría, la diferencia actualmente es que puedo decir que no me importaría reprobarlos.
Un maestro que recuerdo con singular cariño y admiración cada vez que realizo o presencio una acción performática es a mi maestro de Química – de este si me avergüenzo de no recordar su nombre- este que solía pasar la clase explicándonos como utilizar la receta del mole poblano... en una clase de química... una clase que siempre recordaré porque no recuerdo nada de química pero si recuerdo al humano profesor que me tocó, el mismo que deambulaba por la preparatoria con una caja de zucaritas de Kellogs para antojar a los estudiantes y profesores sobre su contenido, nunca había cereal dentro de la caja sólo sus listas de asistencia.
Texto continuado por Claudia Tonantzin Larrainzar Pérez
De acuerdo a Monique Croizier, el fracaso escolar se relaciona con la carencia de fijarse objetivos-meta en función de la autoimagen de los estudiantes. Es decir, el estudiante requiere proyectarse en una serie de fantasías, ilusiones, sueños que le permitan proyectar el futuro.
La ensoñación debería ser “deliberada y proyectiva en la escuela”. La ensoñación, destaca la autora, no es fuente de ilusión sino recurso motivador.
La escuela debería acceder a salirse de una racionalidad, postulada
de una vez por todas. Sí, organicemos sesiones de ensoñación, de
redacción de biografía futuras en donde el alumno, primero a solas
y luego frente a sus condiscípulos, aprenda a auotorrepresentarse de
otra manera. Y, así, tal vez aspirar en convertirse en otro.
Pudiera parecer un tanto descabellado lo que la autora plantea, ¿ensoñar en vez de cubrir el programa?, ¿proyectarse cuando estoy atrapado en un trabajo que ni siquiera es lo que esperaba?, ¿futuro, cuál futuro si no se si voy a perder el trabajo?
El reto para los docentes es replantearse su trabajo y el de la escuela, como parte de una institución, la escuela se pensó como el lugar de aprendizaje en el que se castiga o se premia, no es un lugar para la ensoñación, mucho menos para la proyección a futuro.
Por fortuna, los altos índices de deserción nos remiten al hecho de que la escuela, tal y como está planteada, deja mucho que desear. Tenemos que explorar y proponer nuevos paradigmas.
Podríamos seguir creyendo que los castigos y las recompensas sacarán a nuevas generaciones de egresados, que los profesores seguirán con sus tradicionales formas de impartir su materia, que la chamba está asegurada, que el futuro seguirá como hasta ahora sin grandes cambios, o bien, nos podemos dar a la tarea de buscar más y nuevas opciones educativas.
José Ortega y Gasset, filósofo y escritor español, planteaba desde principios del siglo XX que “cuando se lee mucho y se piensa poco, el libro se vuelve un instrumento terriblemente eficaz para la falsificación de la vida humana”, qué hemos hecho sino falsificar ideas de grandes pensadores, en nuestro caso educadores y no pensar profundizar en la diferencia entre teoría y vivencia.
Un profesionista que cuenta con un amplio conocimiento sobre su materia no es, necesariamente, un buen profesor, porque enseñar implica muchas más habilidades por parte del docente, por ejemplo, empatía, conocimiento del currículo oculto, los gustos y particularidades de la población con la que trabaja: niños, adolescentes o adultos.
El docente que sólo cita no transmite conocimiento sino que exclusivamente repite las ideas de alguien más, y esto carece de significado en la vida de los estudiantes.
¿Pensamos o citamos?, ¿repetimos esquemas o nos atrevemos a probar otros?, ¿castigamos o premiamos? No podemos salir de estas respuestas maniqueas porque carecemos de imaginación, de ensoñación que nos lleven a nuevas tierras, a conquistas de inimaginable valor porque son las propias.
O acaso podemos pedirle a un estudiante que se proyecte, que sueñe, que imagine cuando el mismo docente está perdido en las coberturas de los programas, en aplicar exámenes, en emitir un juicios evaluativos.
Por lo que tenemos que plantearnos nuevas formas de enseñar, tenemos que darnos a la tarea de romper viejos paradigmas educativos y proponer, a partir de nuestras vivencias en el aula, aunque para algunos docentes proponer nuevas formas de trabajo educativo no sea fácil y no porque tengan ideas innovadoras, pero porque el juicio de los pares e Instituciones se antepone a la creatividad.
Es por esto que las lecturas del proyecto Galatea son de suma importancia, nos invitan a abrir espacios de reflexión a innovar nuestra labor en el aula y a mejorar nuestro trabajo.
Los estudiantes se motivan cuando tienen un profesor motivado, de otra forma es una carga asistir a clases, o no asisten o, finalmente, desertan.
Es interesante plantear nuevas formas de educar, pero es mucho mejor comenzar a ser introspectivos, a mirarnos a nosotros mismos, y dejar de sentir temor al proponer más espacios institucionales para hablar sobre aquello que nos funciona o no en el aula y como lidiamos con estos avatares educativos.
Empecemos a ensoñar y a imaginar nosotros mismos, proyectémonos hacia donde nos hemos negado ir, estar, ser, seamos la expresión de nuestros estados de ensoñación.
Finalmente, quiero citar a Ortega y Gasset quien parafrasea a Platón, en un escrito de hace más de veintitrés siglos:
confiando los hombres en lo escrito, creerán hacerse cargo
de las ideas, siendo así que las toman por de fuera, gracias a
las señales externas, y no desde dentro de sí mismos...
Atestados de presuntos conocimientos, que no han adquirido
de verdad, se creerán aptos para juzgar e todo cuando, en rigor,
no saben nada y, además, serán inaguantables porque, en vez de
ser sabios, como se suponen, serán sólo cargamentos de frases.
El reto está en pie, de nosotros depende seguir trabajando con frases y viejas estructuras, o permitirnos proyectarnos, soñar y proponer, desde la reflexión, nuevas formas de educación.
Propuesta
El proyecto Galatea esta orientado a la acción colectiva a través de mesas de trabajo del curso-taller que se impartirá en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, UACM, plantel centro histórico. Los logros de estas dinámicas se llevarán acabo en dinámicas de discusiones grupales con diferentes ópticas que también aporten y rescaten como insumo central la experiencia docente y las perspectivas que coexisten en relación a la educación, pero en particular orientado al docente tutor investigador del IEMS.
Idealmente veríamos factible pensar en un congreso latinoamericano de educación a nivel medio superior, toda vez que el IEMS es una muestra del trabajo que puede llevarse a cabo integrando aspectos como la tutoría y la evaluación cualitativa.
Conclusión
La reflexión es una constante que acompaña al docente a lo largo de su vida profesional es por esto que la colección Galatea nos brinda testimonios de otras comunidades docentes que se pueden hermanar con nuestra práctica dentro de la escuela en el tenor de la educación nacional en diferentes escenarios. Ya sea en la educación superior, o en el nivel medio superior los actores de la escena escolar interactúan en rubros intrincados y a veces confusos.
La reflexión a la que nos referimos puede ayudar a establecer cierto margen de claridad en cuanto a la acción efectuada por cada uno de estos actores ya sea profesor o estudiante. En este sentido, creemos que el programa Galatea puede catalizar y motivar a la creatividad que en cada uno de nosotros yace. Ya sea dentro o fuera de las aulas nuestras observaciones pueden devenir en líneas de investigación y temas de discusión en equipos de trabajo que impliquen la multi-trans e inter disciplinariedad, de tal forma que demos cuerpo a la compleja trama que implica la labor docente en una institución.
Ahora podemos dejar constancia de nuestros errores y aciertos que han de conformar la multifacética y cambiante faz de la escuela.
Bibliografía
Sánchez, Miriam (coord), Colección Galatea, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, UACM, México, 2005.
martes, 26 de agosto de 2008
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